Espiritualidad ignaciana expresada en la humildad y en la búsqueda de ser cada día “Por María, más y mejor.”
Hace gala de los buenos modales que garantizan la excelencia en las relaciones humanas y asume las normas del Centro incorporándolas a su práctica de vida.
Fidelidad a los principios humanos, religiosos, morales, éticos y cívicos de la Institución
Se sabe el principal protagonista de su proceso educativo ejercitándose en la resolución de conflictos.
Responsable en el cumplimiento de sus deberes y exigente en sus derechos.
Porta el uniforme con elegancia y gallardía.
Expresa con gestos y palabras los valores institucionales: verdad, bondad, cortesía y amor.
Es solidario y cooperador ante las necesidades humanas, crítico y autocrítico de las situaciones que dan pie a la realidad.
Participa de manera activa, propositiva y proactiva en las diversas actividades y espacios del Centro.
Mantiene un alto rendimiento académico con humildad y veracidad acorde con sus talentos, carismas, potencialidades y destrezas.
Ejerce un liderazgo cristiano al estilo y la manera de Jesús según Filipenses 2, 1-11.
Vive en actitud constante de superación siendo cada día “Por María, más y mejor.”