La Familia Según el Plan de Dios

LA FAMILIA SEGÚN PLAN DE DIOS

Arides Taveras

Jesús le dice a sus discípulos: Amaos los unos a los otros como yo os he amado.Jn.13, 34.
Ellos le preguntan: ¿Cuál es el primer mandamiento? Jesús responde: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Añadió: El segundo es: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que estos. Mc.12, 29-31.

El tema que vamos a reflexionar: “LA FAMILIA SEGÚN EL PLAN DE DIOS”, la Santa Madre Iglesia nos lo presenta en el catecismo, en el capitulo segundo pág. 484 y siguientes donde se nos explica el cuarto mandamiento: Honra a tu padre y a tu madre para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te va a dar.

La observancia de este mandamiento lleva consigo una recompensa, además nos procura frutos espirituales y temporales de paz y prosperidad. Y, al contrario la no observancia trae graves daños para las comunidades y las personas humanas.

Naturaleza de la Familia:
La más universal de todas las relaciones es la de los hijos con sus padres. Por eso el cuarto mandamiento va dirigido expresamente a los hijos. Luego que la comunidad ha sido formada por el mutuo consentimiento de los esposos, la familia trabaja por el bien de ellos mismos, la procreación y educación de los hijos, todo esto en un clima de amor entre los padres, los hijos que forman en  la familia relaciones personales y responsabilidades de unos con los otros.

El hombre y la mujer, la familia fueron creados por Dios nuestro Padre, en igualdad de dignidad para que el bien común fuese un don para todos los miembros de la familia, pero, eso implica, responsabilidades, derechos y deberes que cada uno debe asumir para entre todos alcanzar el bien común.

La Familia Cristiana:
Es llamada Familia Cristiana, la que vive en Cristo, Iglesia domestica, porque es una comunidad donde se vive de Fe, Esperanza y Caridad. Es una comunión de personas que refleja la comunión del Padre, del Hijo en el Espíritu  Santo; como la actividad de la Familia es procreadora y educativa refleja la obra creadora de Dios, por tanto esta llamada a participar en la oración  y el sacrificio de Cristo. La oración de cada día y la lectura de la  Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. También la Familia  Cristiana es Evangelizadora y Misionera.

En las relaciones que se dan en el seno de la Familia basadas en el respeto mutuo, hay sentimientos de afecto, cariño e interés de los unos por los otros, propósito común de los esposos para cooperar en la educación de los hijos que requiere de ambos, entrega, dedicación,  mucho amor y paciencia. 

Deberes de los miembros de la Familia
Deberes de los Padres
Los padres no solo procreamos a los hijos sino que también  le damos educación  moral y formación espiritual, cuando los padres faltamos a estos deberes, difícilmente puede suplirse. Por lo tanto el derecho y el deber de la educación son para los padres primordiales no lo pueden dejar en manos de nadie.

Debemos mirar a los hijos como hijos de Dios y respetarlos como personas humanas. Enseñarles la ley de Dios y con nuestro ejemplo mostrarle como ser obedientes a  su  voluntad.
Crear un hogar donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado sean la norma de vida. Que en el seno de la familia se aprenda la abnegación, el sano juicio,  el dominio de sí, que aprendan a dar prioridad a las dimensiones espirituales e interiores que a las materiales e instintivas. Sepamos reconocer ante los hijos nuestros propios defectos, y así nos hacemos más capaces de guiarlos y corregirlos. Enseñarles a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a la sociedad.

Debemos educarlos en la fe desde su más tierna edad ayudándoles a crecer con el ejemplo y la palabra de acuerdo con el Evangelio. Enseñarles a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios. La parroquia  ayuda a la familia con la catequesis, como también el colegio o escuela que han elegido según sus convicciones cristianas.

La caridad de Cristo nos exige a otorgarnos mutuo perdón por las ofensas, las querellas, las injusticias, las omisiones. Ofrecernos afecto mutuo.

Enseñarles según van creciendo  a dar buen uso de la razón y la libertad.  Tener cuidado los padres de no presionar a sus hijos ni en la elección de profesión ni en la de su futuro cónyuge, si, en una relación de confianza los hijos pueden pedir su parecer y consejo y  recibirán los consejos juiciosos sobre todo cuando se proponen fundar un hogar.

  Deberes de los hijos 
Los hijos menores y mayores de edad  deben respeto a su padre y a su madre nacido del vínculo  y el afecto  natural que los une. Es exigido por el precepto divino.
La gratitud para quienes mediante el don de la vida, su amor , su trabajo, les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en gracia por todo esto y mucho mas debemos honrar a nuestros padres siendo dóciles y obedientes con ellos pues son nuestros guías, amar la instrucción que nos dan, no ser arrogantes y escucharles cuando nos reprenden.

Cuando los hijos son mayores de edad tienen responsabilidad con sus padres en la medida que puedan, deben prestarle  ayuda material y moral en los años de la vejez y durante sus enfermedades, así como en momentos de soledad o de abatimiento. Ver: Si 3,2-6 y Si3, 12-13.16.

La armonía de la vida familiar está basada en el respeto filial y en las relaciones entre hermanos y hermanas. Ver Ef4, 2.

Tener gratitud también hacia todos aquellos de los que recibimos el don de la fe, la gracia del bautismo, y la vida de la Iglesia. Como los abuelos, pastores, catequistas, maestros amigos.

La Familia y el Reino de Dios
La vocación primera del cristiano es seguir a Jesús. Mt 10-37.
Hacerse discípulo de Jesús es aceptar  la invitación a pertenecer a la familia de Dios a vivir  conforme con su manera de vivir.  El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, este es mi hermano, mi hermana y mi madre. Mt 12, 49.

Cuando un hijo recibe el llamamiento de Dios para seguirle en virginidad por el Reino ya sea vida consagrada o ministerio sacerdotal los padres deben acoger  y respetar con alegría y acción de gracias ese llamamiento.